"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida"
Debería empezar con: "Justo en este momento en el que menos te necesitaba....", pero no fue así yo nunca te necesité; sí, es verdad que te busqué, pero necesitar es un verbo muy fuerte para ese deseo.
Fue una tarde silenciosa, entre mucha gente en el pasadizo del centro de estudios, no del colegio, no, en el pasadizo de la fría, lejana y para nada sorpresiva academia, claro está que después de que llegaste todo eso cambió. Pasaste por mi lado, ninguno de los dos nos dimos cuenta, mejor dicho, tú no me notaste y yo no quise darme cuenta; no es tu culpa, he cambiado.
Me has hecho volver a las andanzas; me crujen los huesos, vuelven los celos, la chica del tul azul asoma por mi ventana, me arde la frente entre las cejas, el estudio me mata. Maldito sea el día que dejé de escribir, pero ahora todo está bien, he vuelto, la voz en mi cabeza que me dicta, narra y canta las palabras vuelve a aparecer, no como la primera vez, hoy no hay una radio que haga sonar música clásica a mi lado, ya no me imagino a la bailarina saltando en el campo como la primera vez, tal vez la inocencia fugó, tal vez, solo tal vez.
Esos ojos chinos, esa nariz, esos labios, los he visto antes, con ojos de niño, como mira uno a una persona que quiere y que sabe que lo quiere. Te recordaba pero preguntarte si eras tú era arriesgarse a la vergüenza y no valía la pena, hasta que te llamaron, en voz alta, escuché tu nombre y dije "No puede ser ella, ¿o sí?", sí, sí podías ser tú, debías tener mi edad, esa estatura y esa voz, debías ser tú. -Hola, ¿me recuerdas?
Desde la última vez que te vi han pasado muchas cosas, entre ellas el tiempo y las oscuras golondrinas. El primero fugaz, certero e invariable, rápido y lento, enseñando sus peores facetas y sus mejores virtudes; así por así no suelen aparecer las añoranzas, la nuestra es joven pero ya madura, han pasado 5 años. Las segundas, las de Bécquer aparecieron desde lo alto y luego de la estadía por sobre mi cabeza, se desplomaron a causa de disparos.
[...] -Has cambiado un montón
-Tú casi nada
-Que ha sido de ti, ¿hace cuánto que no nos vemos? [...]
Sonreíste suavemente, yo sostuve una sonrisa decente y contuve los gritos de alegría, definitivamente, te extrañaba.
Fue algo inesperado tu llegada, aunque te haya esperado igual.