Bueno esta es realmente la historia de un amigo que conocí de casualidad ya hace muchos años, me parece que para que entiendan mejor mi relato debería saber como era él;de rasgos morenos, mi amigo poseía una mirada de hierro que ni el mas duro metal podría traspasar, pero si el fino toque de un alma pura, ademas de estar en buena forma, su sola presencia podía ser intimidante, pero para ser mi mi amigo algo tenía que tener el que sea bueno, en la historia se darán cuenta de lo que es. Era una mañana cualquiera, las calles limeñas demostraban el agitar de su gente y el gris cielo se preparaba para la llegada del sol, llegado a mi destino, que muchos de vosotros podrían llamar "escuela", hice mi rutinario saludo a todos mis conocidos y aquellos que recién estaba conociendo, también saludaba a amigos de mis amigos y por obligación o por respeto también a mis maestros. Uno de los primeros a quien le llegaba mi saludo siempre fue él, un simple "Hola" combinado con su mirar podía convertir en todo un dilema. Terminadas las horas de clases era, la mayor parte del tiempo, mi única compañía. A simple vista no era una buena compañía, yo probaré lo contrario. Todos los días cruzábamos un puente, al final de el se encontraba un jardín lleno de maleza pero con una excepción, en medio de toda la mala hierba se veía deslumbrante la presencia divina de un clavel de rojo color. Me pareció ver un brillo en sus ojos la primera vez que vio aquella flor. Las siguientes semanas,una vez que teníamos como compañía solo el casual cruce de un caminante y nuestras voces, se la pasaba hablando solamente de aquella florecilla nacida entre el dolor, realmente le parecía fascinante que haya podido nacer entre tanto dolor y aun asi sonreír con sus rojizos pétalos.
Para CARP
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